HISTORIA DE UN ARBOL CONTADA POR EL VIENTO
Amelia Villaseñor de Betancourt
(1888-1971)
Jiquilpan, Mich. 1930.

 
 

Era una vez, ha mucho un arbolillo,
que en la selva moraba;
pero tan tierno y mustio, el pobresillo,
que hasta céfiro mí híjo menor, lo balanceaba,

si alguna mariposa en el posaba,
su tallo doblegaba tembloroso,
Y un Viejo arbusto, que a su lado estaba,
burlábase altanero y orgulloso,

Pasaron años, y años más pasaron,
Y en la misma selva, y en aquel lugar,
dos águilas celosas anidaron
en la copa de un árbol colosal,

El viejo arbusto las miró anhelante
y trémulo de envidia preguntó:
Que encantador lo convirtió en gigante
o qué hada benéfica lo crió?.

Era tan alto, y tan esbelto era
que ni siquiera el vendaval movía,
y una de aquéllas águilas parleras,
meciéndose en sus ramas le decia:

Un ser divino, en su divina mano,
empuña el cetro que a natura rige:
Nadie comprende su insondable arcano
mas todo el orbe, con amor Dirige.

Al que es humilde, lo transporta al Cielo;
pero al soberbío y orgulloso abáte,
por eso a tí te conservó en el suelo,
y al tierno y mustio, lo trocó en gigante.

Cerró su pico el águila bravia
porque la noche le extendió su velo,
y el viejo arbusto, al despuntar el día,
seco de envidia, se tumbó en el suelo.

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